viernes, 5 de febrero de 2010

EL CASTIGO



Muchos que están en contra de las bofetadas defienden, en cambio, otras formas de castigo: la retirada de privilegios (sin postre o sin televisión), las consecuencias naturales («como no cuidas los juguetes, los guardaré»)...
La sociedad norteamericana parece especialmente obsesionada por el castigo, o al menos en sus telecomedias se asombra uno de ver a adolescentes que son casi hombretones diciendo espontáneamente: «Sé que he hecho mal, no podré salir en doce semanas. »
No creo que los niños necesiten castigos para aprender, lo mismo que no los necesitamos los adultos. Los niños desean hacer felices a sus padres y lo intentan con todo su entusiasmo (aunque no siempre saben cómo). El que sabe que ha hecho mal, intentará no volverlo a hacer y no necesita ningún castigo.
Al que no lo sabe, basta con decírselo. Si no está de acuerdo, si él cree honradamente que ha hecho bien, no cambiará de opinión por un castigo. Antes bien, sentirá rabia y humillación y volverá a hacer lo mismo en cuanto pueda. Lo más que te pueden enseñar los castigos es a hacer ciertas cosas con disimulo, para que no te pillen. Eso no es una conciencia moral, sino pura hipocresía.
Es perfectamente posible educar a un niño sin castigos y sin la amenaza del castigo.

(Dr. Carlos González)

4 comentarios:

  1. Excelente!!!, muchas gracias Elvis por estos llamados de atención. Un abrazo amigo mio.

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  2. Gracias a tí por leerme!!!!!!!!!! Un abrazo gigantototototote para tí!!!!!!!!!!!!!!

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  3. "Ella estaba sentada en una silla alta, ante un plato de sopa que le llegaba a la altura de los ojos. Tenía la nariz fruncida y los dientes apretados y los brazos cruzados. La madre pidió auxilio:

    -Cuéntale un cuento, Onelio -pidió-. Cuéntale, tú que eres escritor.

    Y Onelio Jorge Cardoso, esgrimiendo una cucharada de sopa, comenzó su relato:

    -Había una vez una pajarita que no quería comer la comidita. La pajarita tenía el piquito cerradito, cerradito, y la mamita le decía: te vas a quedar enanita, pajarita, si no comes la comidita. Pero la pajarita no hacía caso a la mamita y no abría su piquito...

    La niña lo interrumpió: -Qué pajarita de mierdita - opinó.

    EL ARTE PARA LOS NIÑOS, EL LIBRO DE LOS ABRAZOS DE EDUARDO GALEANO.

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  4. Excelente, Gracias por compartirlo!!!!!!!!!!!!!

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